miércoles, 29 de septiembre de 2010

JUAN GUERRA, CONTADOR DE HISTORIAS

Decimos naïf y nos quedamos en paz. Pero viene Guerra a complicarnos las cosas. O sea que, en pura lógica, coherentemente, el pintor envía la paz a hace gárgaras.
Porque hay un Juan Guerra mucha más malicia, mucha más picardía, mucho más sentido de lo que pueda parecer a primera vista. Amable siempre, sonriente siempre, asoma un guiño de complicidad detrás de todo ese mundo pictórico de vírgenes arreboladas, de campesinos mofletudos, de toreros bizetianos, de soldaditos de paso marcial comandados por un jefe a lomos de caballo vivaz, tal como si fuera a romper a hablar de un momento a otro y que, por supuesto, tiene la mirada más despierta que sus acompañantes bípedos.
Y eso es, acaso, lo que quería - y debía -  decir: en Juan Guerra todo es expresivo. Nada está puesto en el cuadro "porque sí", porque le ha salido de un arranque. No. Juan Guerra es un socarrón mediterráneo y, en el fondo, no deja de haber una elaboración previa a esta frescura, a esta deliciosa espontaneidad formal. Se palpa una historia muy amplia, muy personal, muy asumida, detrás del artista. Gunkel ya nos habló del "Sitz im Leben". Pues eso.
O sea que, para mí, estamos ante un formidable narrador, un divertidísimo narrador. Y no reduzco esta condición a sus conocidas "aucas" que van acompañadas de textos rimados (no  impresdindibles, digámoslo de pasada y para que no parezca que me contradigo), sino que pienso en sus cuadros. Cada uno de ellos nos cuenta una historia completa, que en muchas ocasiones remite a su mundo mallorquín, que es también el mío. Lo popular se viste de candor y de grácil picaresca, a un tiempo, por obra y arte de este narrador que escribe con pinceles de color vivo y limpio.

Si, hay mucha historia (popular, devota, folclorista, la que se quiera) detrás de cada cuadro de Juan Guerra. Pero historia pasada por la suya propia, tamizada por su cerebro y su corazón antes de devolvérnosla generosamente poetizada. Y esto es lo importante en este astuto artista no tan naïf como pueda creerse o como él - sencillo, cuco, espontáneo, reflexivo, comedido, apasionado...- intenta hacernos creer. No caigáis en la trampa, no os dejéis embaucar, a pesar de sus "aucas", que aquí hay mucha tela que meditar y nunca cortar.

Octavio Aguilera

FIGURAS DE PAPEL MACHÉ